By laparca
La noche refrescaba y una suave brisa se colaba entre las cortinas hasta llegar a su mesa. Las hojas sobre el escritorio temblaban y se desplazaban hasta precipitarse cual plumas hasta el suelo. No hacía mucho que había decidido cambiar los muebles de lugar. Quería cambiar la organización de la habitación y no sabía por donde empezar.
Mientras observaba toda aquella maraña de recuerdos, haciendo memoria de lo que con ellos había compartido, y poco a poco sobrevino la oscuridad. Una sensación fria invadió todo su cuerpo y poco a poco sus fuerzas le abandonaban. Trató de acercarse a su lecho. Por el camino notó como sus pies aminoraban la marcha y sus rodillas temblaban. Cuando ya casi alcanzó la cama, cayó al suelo: sus piernas se negaban a responder y cada vez se le nublaba más la vista. Le daba vergüenza que lo encontraran así. Hubiese preferido que fuese de otro modo.
Tras varios intentos de alcanzar la cama utilizando únicamente con sus brazos, desistió para esperar su fin. Aún podía sentir la brisa y hasta llegaba a oir las conversaciones de sus vecinos. Nunca antes había sido tan consciente de todo lo que le rodeaba. Poco a poco, fue sintiendo como ya no sentia, como dejaba de oir y sentir. No podía moverse. Ya no debía faltar mucho. ¿Se preguntaba qué pasaría? ¿Qué vendría después? Pronto lo sabría…
Sólo silencio y paz.