By laparca
No sabía lo que buscaba, pero él tenía que continuar. Cuando finalmente lo hallase él lo sabría. Por mucho tiempo anduvo por aquí y por allá hasta que finalmente creyó haber encontrado aquello que anelaba. Pobrecito ¡qué desilusión! Buscar sin saber qué es lo que se quiere sólo lleva a desengaños.
Así fue, como tras un tiempo de ebria felicidad, todo volvió a ser como antes. Y es que cuando se tiene algo no se sabe apreciar tanto como en su ausencia. Y así, volvió a recorrer su camino en su eterna búsqueda. Deseando aquello que no tiene y despreciandolo cuando finalmente lo obtine. ¡Qué cualidad esta del ser humano!
Y no fue hasta el fin de sus días cuando realmente se dio cuenta de que no importaba no tener las cosas. Que lo que hay que hacer es disfrutar de todo, por poco que sea. Que la búsqueda no tiene sentido y que lo importante es el momento. ¡Pobre hombre! darse cuenta tan tarde. Con lo que podía haber vivido y disfrutado. Porque son las pequeñas perlas que otorga la vida lo que da la felicidad y no los deseos insaciables, vanos en esencia, que ciegan nuestros sentidos, desviandonos de nuestra verdadera esencia.